El voto. El sufragio universal. Una X sobre
un tarjetón electoral que representa la voluntad personal –e intransferible- de
ser dirigido por alguien más. Un pedazo de papel que dibuja una vaga ilusión
democrática y un cúmulo de intangibles promesas destinadas a desfallecer.
El papel lo soporta todo: tratados, promesas,
leyes, decretos. Y también votos. Eso retazos de de papeles de colores que nos
han vendido como una herramienta democrática. No. El voto no es Democracia.
Votar es, legitimar un sistema administrativo en una decadencia evidente e
innegable. El voto, el perpetuar la dominación, es la negación de la soberanía
popular. La democracia que representa el voto es, finalmente, la libertad de
escoger nuestros propios tiranos.
Este método de sufragio tendrá siempre por
maldición la de representar la tiranía de la mayoría –que bien puede ser una
minoría, he aquí la paradoja- porque un gobierno (cualquiera que sea) escogido
por votación será siempre un gobierno de minorías aglomeradas en torno a un principio
de conveniencia que conformarán una mayoría aparente. Y esa mayoría se sentirá
entonces en pleno derecho de oprimir a su contra parte, a la minoría que no
coincidió con ella en su voto.
El voto como herramienta democrática, para el
contexto político de Colombia es improcedente, es una negación a nuestra
inteligencia, a nuestra capacidad de organización, a nuestra capacidad de
ejercer democracia desde la Libertad y la Soberanía. Rousseau la definió como
la “Democracia ejercida directamente”.
La razón es simple: sin un proceso de organización social, el sufragio quedará
a la deriva como una prebenda más, un arancel de la corrupción y el mal
gobierno.
Dentro de este proceso es importante -entre
otras como la organización sindical y gremial- la estudiantil. El movimiento
estudiantil juega un papel vital en la transformación social de Colombia. Es en
las aulas donde puede empezar el cambio social.
Sin embargo en este momento histórico, el compromiso va más allá: hay que
llevar la educación fuera de los muros. Hay que llevarla al campo, a las
selvas, a la vida cotidiana en cada rincón de la geografía nacional. El
compromiso es también crear una nueva academia. En esta tarea, juegan un papel
fundamental las organizaciones estudiantiles.
La construcción de un proceso democrático se
debe hacer día a día, con la gente, con la base de la estructura del poder, con
quienes son el sustento de un sistema político y es con esas bases con quien se
debe trabajar para la desarticulación de la estructura tradicional del Estado.
No se debe aceptar el voto como democracia.
La democracia debe estar al servicio del Poder Popular, y el Poder Popular no
se construye en las urnas.
Escrito por:
Andres Castañeda
Escrito por:
Andres Castañeda
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